Carta enviada por el director general de Lointek Jabi Loroño a Deia y El Correo.
Este fin de semana he tenido la oportunidad de acompañar a Girona al Gernika de basket femenino, para disputar la fase final de la Copa. Hace poco tiempo que conozco este club y me gustaría intentar transmitir lo que he visto, he notado y he sentido.
El club de basket de Gernika es un club forjado desde abajo, con muchos años de trabajo. Yo diría que han desarrollado, cuidado y mimado el basket, en especial el femenino, a nivel de toda Bizkaia. Claro está que también hay otros clubs con similar aportación, pero el hecho de tener un equipo en la máxima categoría y con una trayectoria casi insuperable, te convierte en referencia.
No hay más que ver la capacidad de generar la suficiente pasión para que varios cientos de personas, de todas las edades, viajen más de setecientos kilómetros con la ilusión de ver a “las nuestras” luchando contra auténticos imperios del basket; para que animen de la manera en que se hizo, con jóvenes que lo daban todo.
Fue un orgullo ver el comportamiento y ánimo de la afición, el sacrificio y esfuerzo de “las nuestras”. La directiva, pendiente de que todo esté en orden; el presi, aguantando los nervios en el palco; Amaia, con un sobreesfuerzo personal muy de alabar… y, cómo no, el mejor tándem técnico Mario-Txutxi, a quienes daba congoja verles tras la derrota.
No puede olvidarse el mérito de las txikis, que competían muy dignamente contra auténticas selecciones territoriales y de edades superiores, gobernadas por un no tan viejo rockero Kipu, que dio grandes muestras del saber hacer típico de una persona del basket de toda la vida, característico del club.
En definitiva, una forma de ser y sentir.
Hay que agradecer asimismo enormemente a los medios de comunicación la gran cobertura que han dado al evento. Y solo me resta decir que: ¡Volveremos¡.